“Llorarás” no puede faltar en el repertorio de Oscar D’ León. Si hay que subirse en el escenario, hay que ensayar, porque sabe que la gente la pedirá. Un día podría decir que basta, que no más, pero tendría que enfrentarse al deseo de tantos que todavía buscan ese canto del amor no correspondido, el engaño y la advertencia del terrible olvido. Bailar para celebrar a quien ya no vale la pena, levantarse y seguir.
Distancia, mantener la distancia. Son palabras que se escuchan reiteradamente en estos momentos. ¿Puede la salsa disfrutarse a distancia? Por los momentos, hay que ser prudentes, pero una vez pase todo, Oscar D’ León promete estar ahí, en la tarima.
Mientras, desde su casa en Miami, en las redes mantiene una dinámica casi frenética, especialmente en Instagram, en la que muestra lo que hace, las recetas que prepara, la música que alista, pero también, como muchos en estos días, ha revisado el baúl de fotos y compartido imágenes con viejas amistades, como Celia Cruz, Arturo Sandoval, Tito Puente o La India.
—En julio cumplió 77 años de edad. Recibió bastantes mensajes por redes.
—Sí, mi familia se encargó de todo. Me hicieron pasar un rato bastante agradable. Varios amigos vinieron de sorpresa, sin invitación.
—Estuvo José Alberto “El Canario”, gran amigo suyo…
—Sí, estuvo José Alberto, también Jorge Polanco, que es de Maracaibo, y otros allegados con sus esposas que llegaron así de repente y me dieron un gratísimo momento.
—¿Está componiendo en estos momentos?
—Sí. Es la labor de todo músico que quiere mantener su vigencia. Arreglos, inventando temas para cuando se abra el campo de actividades, estar preparados. Lo que pasa es que no sabemos hasta cuándo será esto.
—¿Pero prepara un disco o solo una canción?
—Temas, temas y más temas, a cada rato estamos aprovechando la tecnología para hacer arreglos. Somos modernos en ese aspecto.
—Claro, porque muchas presentaciones fueron canceladas .
—Ahora no hay ningún tipo de contacto porque estamos a la espera de una vacuna, una solución para escuchar el teléfono nuevamente, la llamada de alguien que quiera contratarnos. Sin embargo, han surgido cosas, como el streaming, reconfortante para nosotros que seremos los últimos. Ten por seguro que no voy a cantar: “Yo no olvido el año viejo”. (Ríe). Este año ha sido malísimo.
—Es verdad. ¿Primera vez que durante tanto tiempo sin estar en el escenario?
—Nunca había vivido una cosa tan desagradable como esta, pero bueno, a la vez tratamos de poner de manifiesto la creatividad y muchas cosas que se pueden hacer de forma segura. Yo aquí toco el piano, la tumbadora, el bajo, la guitarra, cocino, veo televisión. Gracias a Dios arrancó el beisbol que es mi pasión y me entretiene bastante. La paso chévere.
—¿Cuál es su equipo?
—Acá en Estados Unidos soy seguidor de los Yankees de Nueva York…
—Porque en Venezuela va a los Leones del Caracas…
—Sí, los Leones del Caracas
—Si mis cuentas no fallan son 48 años de carrera artística -Bueno, 47. Ya va, a ver. En 1972 fue nuestra incursión. Sí, son 48 años.
—Falta poco para los 50. ¿Cómo imagina esa celebración?
—(Ríe). ¿Qué cómo veo los 50? Yo no estoy ahorita en eso. Ando en cosas del día a día, para mantenernos. Cuando estemos cerquita, pensaremos en algo.
—¿Cuál ha sido el mayor sacrificio que ha tenido que hacer para mantener una carrera tan larga?
—Al principio estaban mis viejitos vivos. Era desagradable dejarlos por mucho tiempo porque se hacían giras muy largas tanto en Estados Unidos como en Europa y países latinoamericanos. Había mucho trabajo, prácticamente de lunes a lunes. Era duro dejarlos a ellos solitos, de quienes yo era el brazo tensor. Me inquietaba un poco, pero había que seguir. Incluso, ellos estuvieron enfermitos, y me preguntaba si iba a estar con ellos si llegaban a fallecer. Porque no podía decirle que no al público ni a los que me contrataban. Afortunadamente la vida es sabia y me permitió estar durante su partida.
—Hace dos años me comentó que también es una carrera con muchas recompensas. ¿Cuál considera que ha sido la mayor alegría durante esta trayectoria?
—Hay varios aspectos de la alegría, entre ellos saltar de Antímano al mundo, codearme con los grandes, estar en diferentes escenarios de alta calidad, de mucha concurrencia, ser reconocido mundialmente como algo importante. Esas son cosas que lo llenan a uno y dan pie para seguir adelante. Claro, siempre hay que pensar en algo nuevo. Yo nunca me dormí en laureles. Siempre estuve activo buscando una cosa nueva para mi tarima, pero las cosas nuevas no pueden debatir con “Llorarás”, “Mi bajo y yo” o “Siéntate ahí” . Eso es lo que el público quiere escuchar. Lo nuevo muchas veces no hace la función que uno quiere.
—Hay personas que crecieron en zonas populares de Caracas que han tenido su carrera como ejemplo de superación. Padres, abuelos, que lo mencionan como la persona que salió de Antímano a triunfar. ¿Qué piensa de eso?
—Bueno, es algo que uno tiene que tener siempre presente y eso no me cambia. Siempre soy el mismo. Claro, la vida se ha encargado de darme posibilidades supremas, pero soy el mismo, siempre mirando hacia atrás. Por supuesto que es obvio mirar hacia adelante, pero nunca olvido mis raíces y eso ha sido también un apoyo a mi mente para no fallarle a los que creen en mí, que me orientan para no caer en errores.
—¿Qué pasó con el taxi que manejaba? ¿Lo vendió?
—Sucumbió porque me lo chocaron la última vez que monté a una persona. Siempre estuvo elogiando el carro, desde Caricuao hasta el centro de Caracas, hasta el punto de parada de nosotros allá al lado del cine Metropolitano. Me elogiaba el carro porque era muy bonito, bien pulidito, limpiecito, perfumado y con buen sonido. Creo que lo mejor que pude haber hecho no era el taxi, sino otra cosa, como fajarme a estudiar, pero nunca fui una persona pendiente de los profesores. Me distraía mucho y eso sirvió siempre para no atender el estudio. El beisbol y la música me tenían aterradoramente loco. Incluso, cuando estudié topografía, no me gradué como tenía que ser. Hice una patraña para llegar a mi casa con un diploma. Pero lo que quiero decir es que eso sirvió para seguir adelante, porque todo cambió de repente en 1972 cuando formé la Dimensión Latina. Hubo una metamorfosis en mí, es obvio que hay cosas que no puedes evitar cuando llega el éxito así de repente. Muchos pueden salvarse de ello, pero el éxito es un aliado, pero a veces un enemigo.
—¿En qué sentido es un enemigo?
—Bueno, esa metamorfosis. No eres el que originalmente fuiste y la gente te repudia. La gente me empezó a odiar, a rechazar por ese cambio tan repentino que hubo en mí. Hablo de mujeres, dinero, éxito. Gracias a Dios nunca caí en drogas ni nada de esas cosas por los buenos consejos de mis padres. No voy a decir que no he tomado licor, pero no he sido acérrimo a hacerlo. He visto a muchos caer en ese aspecto.
—¿Perdió amistades por ese cambio?
—Digo que simplemente me rechazaron, pero mi capacidad, mi forma de ser, la calidad que siempre le imprimí a mi trabajo, sopesaba un poco el aspecto del rechazo y me lo manifestaron. Personas que decían »oye, este muchacho es opulento, pero qué bueno es». O sea, había esas dos partes que me hicieron bastante bien porque enderecé en el camino.
—¿Cómo ves a la salsa como género en este momento? Pareciera que se mantiene gracias a llaneros solitarios como usted, y otros que todos conocemos.
—Sí, está bastante difícil. Hay muchos muchachos que ahora tienen ese campo tan fácil de la música urbana. Bueno, digo fácil, pero yo por lo menos no lo puedo hacer. Yo no entro en esa forma de rapear, de improvisar. ¡No puedo! Ellos tienen esa habilidad. No saben cantar, pero saben hacer otras cosas que les permiten ser artistas y estar allí en la palestra. Se han mantenido bastante tiempo porque han sabido promocionar, un asunto en el que nosotros hemos tenido un poquito de dificultad. Pero no han salido muchachos nuevos para que el género no sucumba. Hacen falta muchachos nuevos para mantener el género.
—¿Cómo le hace sentir eso?
—Hay un poquito de intranquilidad y ansiedad por dar señales para que atiendan el llamado, para que se metan en esta onda de nuestro género. Pero te puedo decir que si hay talento, van a coger para acá. Los que no tienen talento, no van a venir. Así como el reguetón es difícil para mí, el que no sienta la salsa no va a entrar en esto por eso mismo.
—¿Qué es la salsa?
—Como siempre dijo Tito Puente, la salsa es lo que se le echa a las ensaladas, a los espaguetis, pero la corriente fue tal que la aceptamos por obligación. Nunca estuve de acuerdo con que se reunir los diferentes géneros o corrientes musicales en una sola palabra. También hubo gente a la que no le gustó la salsa, que decían que era del perraje, pero eso cambió. La música salsa siempre se caracterizó por la alegría. Todavía hay quienes tratan de salvarla. Hay muchos programas, emisoras y países que apoyan al género. Pero tú sabes que son ciclos. El de nosotros duró como 40 años, el reguetón tiene como 30. Vamos a esperar que venga otro ciclo y ver qué va pasa.
—Curiosamente fue en Venezuela donde se utilizó el término salsa para y englobar a todos estos ritmos.
—Si bien se dice que fue Phidias Danilo Escalona, él no estaba de acuerdo con que se le llamara salsa a lo que él transmitía en la radio. Sin embargo, tenía que decir la palabra por el patrocinante del programa, cuyo nombre no diré. Tenemos que darle responsabilidad inicialmente a esa empresa, pero el que inicialmente utilizó la palabra salsa en el argot fue Federico Betancourt. La usó en uno de sus discos. Para mí, el que arrancó con la salsa como género fue Federico Betancourt y su Combo Latino. Después vino un programa llamado La hora de la salsa, con Floro Manco. Sin embargo en Cuba, por los años remotos, había un señor llamado Carlos Embale. Con su grupo cantaba el tema “Échale salsita”. Hay un video de ellos en el que se puede ver una marquesina que dice: “Llegó la salsa”. Son elementos que te hacen pensar que viene de Cuba, y ocasionalmente en Venezuela esta industria que hace salsas patrocinó este programa que comenté.
—“Llorarás” tiene más de 97.000.000 de reproducciones en Spotify. Le sigue “Detalles” con 20.000.000. ¿Por qué gustan tanto esas canciones?
—Tienen la magia que a veces uno sabe que está ahí. En estos momentos estoy haciendo temas. Alguno de ellos tienen que tener la magia para cuando se grabe, y que cumplan el propósito que cumplen estos temas que tú nombraste.
—¿Escucha música en Spotify?
—No. Estoy más en el asunto de la creatividad, haciendo mis temas. El momento es bien chévere para hacerlo, aunque antes de la pandemia siempre estuve en esto. Ya hay por lo menos 180 temas que he compuesto, temas de otros artistas y temas originales míos.
—¿En cuánto tiempo?
—Estoy trabajando desde hace mucho tiempo. Desde que estaba en Venezuela empecé a manejar el programa de música. Yo antes dictaba mis arreglos a personas que estudiaron música y podían escribirla. Nunca he sido escritor de música. No soy un músico de academia ni nada de eso, pero este programa ha venido a ayudarme. Representa a aquellos que tomaban mis dictados en la computadora.
—¿Qué programa?
—Logic Pro 10
—¿Cuál ha sido su concierto más importante?
—Son muchos, pero si hablamos de una etapa tengo que decir que el viaje a Cuba, lugar en el que estuve con mis dotes musicales, nunca políticos. Jamás lo voy a olvidar y los cubanos tampoco lo olvidan. Siempre se habla de un antes y un después de la visita de Oscar D’ León a Cuba. Yo fui, como dicen ellos, y bailé en la casa del trompo. Ahora bien, también tenemos que tomar en cuenta el Madison Square Garden, un escenario tan importante al que no llega todo el mundo.
—En el aniversario a Caracas subió una foto tomada en el teleférico. ¿A qué suena Caracas?
—Suena a nostalgia. Yo amo mucho a mi país y estamos afuera por condiciones que nos apremian estar acá, pero en lo que haya la posibilidad de estar allá, lo haré con mucho amor. Ya estamos en los 77 años de vida. Caramba, uno tiene que poner los pies sobre la tierra. Si algún día, que sucederá, llego a faltar, quiero despedirme en mi país. Tengo mucha fuerza todavía. Hago ejercicios, me siento bien, saludable, espero durar muchísimos años. Cuando el mundo vuelva a abrir, iré a pisar mi suelo.
—¿Algún mensaje que quiera dar para cerrar la entrevista?
—Como estamos en esta incertidumbre porque el contagio está ahí, les digo a todos que se cuiden. Usen su máscara, y si es posible, sus guantes. No salgan de casa si no tienen necesidad. No sean rebeldes. Dejen de pensar que eso no les pueda pasar a ustedes. Ese virus no respeta edades, ni raza, ni tamaño, ni color, ni nada. Así que tengan paciencia que las rumbas vienen después, vamos a estar bien chévere, rumbeando.
Este articulo es original de: El diario